ISABEL LÓPEZ TRIANA
16 enero 2024
4 min. lectura
El propósito corporativo representa la razón de ser y el porqué de la organización: ¿qué genera sentido dentro de la empresa?, ¿cuál es su papel y qué aporta al entorno?, ¿cuál es su posición en el mundo?, ¿qué rol juega respecto a sus comunidades, sus clientes, las personas que forman parte de ella y del planeta?
A lo largo de los años hemos visto cómo el propósito ha ido creciendo en importancia para las organizaciones. En 2016, en Approaching the Future, el informe que recoge, a través de más de 1.200 consultas, las principales tendencias en sostenibilidad para directivos y empresas de España y Latinoamérica, ya se hablaba de la necesidad de crear nuevos modelos de negocio, con una visión de maximizar el valor no solo para el accionista, sino para todos los empleados. Y es a partir de 2017 cuando los directivos y las empresas consultadas comienzan a manifestar que el propósito es uno de los grandes retos de las organizaciones, con esa visión a largo plazo.
A partir de entonces, hemos observado cómo va creciendo en importancia el propósito hasta convertirse, en 2022, en la tendencia más relevante para las organizaciones y en la que más están trabajando. En 2023, sin embargo, vemos que baja en relevancia por ser percibido como una palanca de transformación cultural. Su papel continúa evolucionando hacia un enfoque más transversal que abarca desde la relación de una compañía con sus públicos internos y externos, hasta las decisiones estratégicas y de negocio.
El impulso de empresas con propósito también está siendo reconocido desde el ámbito regulatorio. En Europa, los primeros países en pronunciarse en este sentido e incorporar este modelo jurídico han sido Italia y Francia (B Corp & La Cultivada, 2021). En el caso de España, en junio de 2022 el Congreso de los Diputados ha aprobado la creación de una nueva figura jurídica denominada Sociedades de Beneficio e Interés Común (SBIC).
Pero, ¿qué son exactamente las Sociedades de Beneficio e Interés Común? Se definen como aquellas sociedades de capital que, voluntariamente, decidan recoger en sus estatutos su compromiso con la generación explícita de impacto positivo a nivel social y medioambiental a través de su actividad, así como su sometimiento a mayores niveles de transparencia y rendición de cuentas en el desempeño de los mencionados objetivos sociales y medioambientales y la toma en consideración de los grupos de interés relevantes en sus decisiones.
Además del Movimiento B Corp, que impulsa las empresas con negocios de impacto y propósito, hay otros modelos interesantes para afianzar esta visión de nuevas organizaciones. Podemos mencionar, por ejemplo, la llamada Propiedad Responsable (Steward Ownership), promovida por una comunidad global de empresas y emprendedores, en la búsqueda de formas alternativas de propiedad y financiamiento, tanto en las comunidades empresariales como en el discurso público.
Las empresas de Propiedad Responsable se comprometen con dos principios clave:
A través de estructuras de propiedad y gobernanza, que separan los derechos de voto de los derechos económicos y anclan el propósito a través de una fundación o trust, la Propiedad Responsable asegura que el timón de la empresa esté siempre en manos de aquellas personas, intrínsecamente conectadas con su misión y valores, aptas para conducirla con una mirada a largo plazo, y que tienen en plena consideración a las diversas partes interesadas o stakeholders (principio de autodeterminación).
Por lo tanto, existen maneras y formas de integrar el propósito en la estrategia y en la toma de decisiones para abordar los retos y desafíos que tenemos actualmente como sociedad. La decisión y visión por parte de quienes crean y dirigen empresas es clave, así como la necesidad social de contar con organizaciones que sirven para el mundo. Para evitar que el propósito se quede en un eslogan o un claim publicitario, es fundamental trabajar en una verbalización sobre por qué una compañía se merece la licencia de operar y existir. Apostar por definir un propósito corporativo que guíe la actividad hacia la generación de sentido y de valor compartido para todas las personas y entornos en los que impacta.
Isabel tiene una amplia trayectoria de más de 20 años dedicada a la consultoría en reputación corporativa y sostenibilidad
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