Mucha ética y pocas nueces

ISABEL LÓPEZ TRIANA

28 septiembre 2016

2 min. lectura

Artículos

Comenzábamos el año en Canvas deseando buenos propósitos e invitando a las organizaciones a poner en práctica su músculo ético. “Un tejido empresarial responsable y orientado al bien común siempre estará mejor preparado para evitar las crisis y ser un motor de la sociedad” decíamos entonces. Nueve meses más tarde, el caso de Bahamas Leaks y la portada del Financial Times del pasado miércoles hablando sobre el escándalo de Wells Fargo, nos hacen pensar que hace falta mucho trabajo para lograr mejores propósitos y realidades en el mundo de las organizaciones.

El banco estadounidense creó hasta 1,5 millones de cuentas falsas a nombre de sus clientes y emitió más de medio millón de tarjetas de crédito no solicitadas. Lo peor ya no es el acto en sí de engañar a los clientes sistemáticamente, algo que afecta directamente a la ética de un negocio con una reputación ya diezmada; sino el hecho, una vez más, de eludir responsabilidades. Es importante recordar que quien tiene más poder tiene mayor responsabilidad. Sin embargo, Wells Fargo ha culpado de estas prácticas a sus empleados y ha anunciado un despido del 2% de la plantilla, pero no ha declarado ningún tipo de responsabilidad para sus máximos ejecutivos. Sorprendente.

El profesor Freeman, padre de la teoría de los stakeholders, define la ética de una organización como un diálogo entre sus diferentes grupos de interés en donde todos tienen que trabajar en la misma dirección con el mismo propósito. De lo contrario se produce un desequilibrio entre el famoso “ser” y “parecer”.

Tal vez por la distancia cada vez mayor de propósitos, la sociedad está reaccionando: los micro-poderes de los que habla Moises Naim, cada vez toleran menos que los comportamientos poco éticos se sigan produciendo sin culpables, o con aquellos que tienen la mayor responsabilidad sin menores consecuencias.

Las empresas son fundamentales en la sociedad en que vivimos y su futuro depende de si se consideran un ciudadano corporativo y sus directivos se perciben como responsables directos de las mismas. Un futuro que tiene que ir marcado por un claro compromiso con el diálogo real, gen mismo de la ética, y la escucha activa de los grupos de interés, donde para las organizaciones es cada vez más necesario escuchar e incorporar cambios en sus proyectos de negocio. El mercado funciona hoy con nuevas dinámicas y límites impuestos por la demanda de transparencia y coherencia. De lo contrario seguiremos teniendo una visión muy cortoplacista, con los riesgos que conlleva para la supervivencia de las compañías en el largo plazo.

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ISABEL LÓPEZ TRIANA
Cofundadora y Directora General

Isabel tiene una amplia trayectoria de más de 20 años dedicada a la consultoría en reputación corporativa y sostenibilidad

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