ISABEL LÓPEZ TRIANA
11 enero 2016
3 min. lectura
Año nuevo, mejores propósitos. Cumplir cuando ya se está en forma es más fácil que sin rutina. Tras cada crisis, las empresas se comprometen con la Responsabilidad Social aunque esos compromisos se abandonen después. Ante esto, 2016 puede ser el punto de partida para proponerse ganar «músculo ético» a base de entrenamiento. Empresas y profesionales pueden adquirir «fondo» si se marcan algunos objetivos éticos: ser profesionales y no solo técnicos, conquistar la libertad solidariamente, transitar hacia la cooperación inteligente y combatir la maldición del cortoplacismo. Éstos son solo algunos de los objetivos planteados por la Catedrática de Ética y Filosofía Política, Adela Cortina, en su libro ¿Para qué sirve realmente la ética?, que fue Premio Nacional de Ensayo en 2014. Se trata de escoger los principios del marco ético que vamos a adoptar como organización para construir una estrategia de negocio dentro de los límites de una sociedad más justa.
La ética trata de la formación del carácter de las personas. Forjar el carácter de una empresa y de sus empleados sobre la base de principios éticos es apostar por la responsabilidad corporativa. Generar confianza porque es el principal recurso moral de una sociedad, universalizar la excelencia profesional como código deontológico y actuar por los valores de una profesión, conjugar la justicia y el respeto a los derechos con la plenitud de desarrollar actividades que valgan por sí mismas, convivir en lugar de competir. Éstos son algunos de los objetivos a los que los profesionales y las corporaciones para las que trabajan deberían aspirar y a los que hace referencia la obra citada.
«La ética sirve para recordar que es más prudente cooperar que buscar el máximo beneficio individual, caiga quien caiga, buscar aliados más que enemigos». Adela Cortina
Un estudio reciente en el que hemos participado, denominado Marcas con Valores, muestra a un 71% de encuestados que quiere hacer un consumo responsable, y a un 22% que afirma hacerlo ya. El estudio señalaba que para el 90% era necesario que las marcas “den la cara” y “conversen” con el consumidor. Confianza, honestidad y transparencia fueron los valores más importantes que debe tener una marca según los consumidores. La exigencia de un comportamiento ético por parte de las organizaciones seguirá aumentando.
Por su parte, numerosas empresas ya trabajan con voluntad ética: por un lado, cuentan con áreas de compliance, encargadas de evitar que se infrinja la ley y la ética, y por otro, establecen canales de comunicación y de participación con sus diversos grupos de interés, así como procesos internos para incorporar mejoras a partir del feedback recibido.
Desde el punto de vista financiero, invertir según criterios éticos puede ahorrarle disgustos a los accionistas y hacerles ganar más dinero. La gestora suiza Vontovel suma activos con criterios de responsabilidad social por valor de 4.764 millones de euros y no duda en recomendar la inversión responsable. Esos criterios de responsabilidad social dejan fuera al 20% de las compañías incluidas en el índice de referencia del MSCI y que superan además criterios de rentabilidad previos. «Tratamos de demostrar que las empresas con responsabilidad social son más rentables porque se quitan multas, retienen talento y riesgo reputacional. Además pueden hacer ganar más dinero a los inversores, porque los que terminan pagando las grandes multas no son los directivos, sino los accionistas», señalaba su directora de análisis global de acciones a Cinco Días.
Un tejido empresarial responsable y orientado al bien común siempre estará mejor preparado para evitar las crisis y ser un motor de la sociedad. Entrenemos nuestro músculo ético como profesionales, tal y como recomienda Adela Cortina, y ampliemos naturalmente nuestra disposición a ser una empresa responsable.
Isabel tiene una amplia trayectoria de más de 20 años dedicada a la consultoría en reputación corporativa y sostenibilidad
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