ISABEL LÓPEZ TRIANA
20 mayo 2020
3 min. lectura
Las consecuencias negativas de la COVID-19 en diversos ámbitos –la salud, la actividad económica, las relaciones sociales…– han propiciado transformaciones impensables hasta hace unos meses. En el mundo inversor, tal y como destacan desde la gestora de fondos Blackrock, ha sido necesario «comprender qué factores construyen resiliencia y cómo fomentarla en las organizaciones, para prepararlas frente a crisis futuras».
Ya a finales de febrero, mucho antes del confinamiento generalizado, algunos mercados comenzaron a observar síntomas de las negativas consecuencias económicas: según Bloomberg, el Dow Jones Industrial Average, que mide el desempeño de las 30 mayores sociedades anónimas que cotizan en el mercado bursátil estadounidense, cayó alrededor de los 10.000 puntos (un 34%) y se dispararon las demandas de efectivo por parte de las compañías.
La actividad económica en diversas partes del mundo fue entrando en punto muerto en tanto que se fueron anunciando medidas de confinamiento y los negocios se vieron obligados a bajar la persiana. En esta situación, los inversores han tratado de estudiar y comprender «qué características contribuyen a la resiliencia en la rentabilidad de las carteras», y cómo integrarlas.
Esta es una de las preguntas clave, a juicio de la gestora de fondos, que se hacen los inversores: ¿qué explica la resiliencia? Según investigaciones de Blackrock, hay una correlación entre la sostenibilidad y factores más tradicionales –como la calidad o la baja volatilidad– que refuerza esa resiliencia, por lo que se espera «que las compañías sostenibles sean más resilientes en momentos desfavorables».
«Las compañías con perfiles fuertes en sostenibilidad tienen el potencial de estar mejor posicionadas, frente a sus homólogas “menos sostenibles”, para capear las coyunturas desfavorables».
Para la gestora, los factores tradicionales por sí mismos no describen todos los atributos que pueden impactar en la resiliencia de una compañía. Sus investigaciones demuestran que en la crisis actual, las compañías con «un historial de buenas relaciones con los clientes o una sólida cultura corporativa» están demostrando un desempeño financiero resistente. Así, el 94% de los índices sostenibles analizados por Blackrock durante esta crisis, superaron a sus homólogos no catalogados como ESG.
Con anterioridad, otros analistas habían relacionado, por ejemplo, el sólido desempeño de los fondos ESG (Environmental, Social & Governance) con su relativa posición neutral o más cautelosa hacia compañías energéticas tradicionales, «cuyos precios cayeron más que los del mercado en general durante estos momentos». Sin embargo, explican desde Blackrock, esta es solo una de las múltiples razones del mejor desempeño de los fondos sostenibles.
Para la gestora, hay diversas cuestiones que explican esa mejor predisposición de las compañías sostenibles a capear coyunturas desfavorables, todas ellas relacionadas con sostenibilidad: satisfacción de los empleados, fortaleza de las relaciones con los clientes, efectividad de los órganos de dirección de la compañía…
No solo la sostenibilidad aporta resiliencia, sino que, además, los propios inversores están apostando por este tipo de compañías. A la hora de repensar sus portfolios, los inversores «prefieren fondos sostenibles antes que fondos tradicionales». Cuentan desde Blackrock que en el primer trimestre de 2020, en Estados Unidos, los fondos sostenibles de composición abierta (fondos mutuos y fondos de inversión cotizados o ETFs) aportaron 40,5 billones de dólares en nuevos activos, lo que supone un aumento del 41% año tras año. Así, los fondos sostenibles estadounidenses atrajeron durante este primer trimestre la cifra récord de 7.3 billones de dólares.
Estos datos, explican desde la gestora, ofrecen una evidencia que, aunque por ahora coyuntural, resulta muy importante para desmentir o derribar una idea previa a la crisis: la que afirmaba que durante las fuertes recesiones del mercado, los inversores abandonarían la sostenibilidad y la perspectiva a largo plazo.
Esta recesión genera una oportunidad para que los inversores «reequilibren sus carteras hacia la sostenibilidad» y por tanto hacia el alcance de los retos de la Agenda 2030, que nos afectan y nos pertenecen a todos.
Accede al Informe completo de Blackrock en esta lectura recomendada.
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