ISABEL LÓPEZ TRIANA
15 octubre 2014
2 min. lectura
Peter Drucker, el padre del management decía que “Lo que no se puede medir no se puede gestionar», y con esta frase cargamos a cuestas consultores, empresas y todo aquel que trabaje en la gestión de la sostenibilidad. Pero, ¿por dónde empezar? ¿Qué sistema de medición elegir? ¿Qué indicadores incluir en ese hipotético cuadro de mando?
Es evidente que las empresas necesitan medir el impacto económico, social y medioambiental de su gestión en responsabilidad social corporativa, ya que un buen desempeño en esta materia genera un entorno más favorable de la actividad comercial, fortalece la cadena de valor y mejora la reputación. En un reciente artículo de Harold Burson, Reputation, Sustainability or Both, publicado en la última edición 2014 de la revista de Ethispere, el autor habla de la nueva ecuación que debe regir como meta en las corporaciones: Accountability+Reputation=Sustainability.
Para lograr esa sostenibilidad Burson insiste en la necesidad de tener una buena accountability o rendición de cuentas y saber gestionar la reputación de la compañía entre sus diferentes públicos. Y ahí radica la importancia de medir y de medir bien.
Existen numerosos sistemas y metodologías para intentar medir el impacto de la responsabilidad social corporativa en el negocio. Las herramientas actualmente disponibles son muy diversas y ofrecen soluciones muy distintas con enfoques que satisfacen propósitos variados.
Algunas miden el impacto de lo que invierte una empresa en programas sociales, como es el caso del modelo London Benchmarking Group (LBG), o la metodología rsc2 de la Fundación Seres. Otras herramientas como el Total Impact Measurement de PwC buscan medir el valor total que aporta una empresa a la economía y a la sociedad; o el Measuring Impact Framework, del WBCSD que ofrece una guía para la evaluación y priorización de los impactos socioeconómicos.
Estas herramientas son marcos generales, y el reto para lograr la ecuación propuesta por Burson es que cada compañía diseñe sus propias métricas, de tal manera que le permitan cuantificar el valor generado dentro y fuera de la empresa, tanto a nivel corporativo como con sus grupos de interés. Enfocarlo como una plataforma de evaluación que integre los diferentes indicadores y permita obtener la fórmula propia de la sostenibilidad.
Isabel tiene una amplia trayectoria de más de 20 años dedicada a la consultoría en reputación corporativa y sostenibilidad
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