Canvas Consultores
7 marzo 2025
9 min. lectura
La S de Sociedad es una de las tres áreas fundamentales de la Sostenibilidad. En CANVAS este ámbito fundamental tiene base en el talento femenino, que es la esencia de nuestra empresa y nos guía en nuestro propósito de impulsar el liderazgo social para un futuro sostenible.
Nuestros estudios más recientes muestran como la dimensión del ‘Cuidar’ es clave para el liderazgo transformador, según la opinión de la ciudadanía española, y que -no obstante- este dimensión aún se percibe poco en las empresas. Tradicionalmente, los cuidados han recaído (y siguen haciéndolo, en gran parte) en las mujeres; pero, hoy en día, nos damos cuenta de que los valores asociados al cuidado son esenciales para la vida personal y profesional -sin importar el género de quien lo proporciona-.
En este día 8 de Marzo 2025, Día de la Mujer Trabajadora, nuestro equipo reflexiona especialmente sobre esta mirada y muchas de las dimensiones del ser mujer hoy en nuestra sociedad. Valoramos cómo podemos avanzar para potenciar la fuerza del rol de las mujeres en las empresas, organizaciones y comunidades a las que pertenecemos, para aportar esas cualidades tan necesarias.
Ante el reduccionismo biológico… abrir nuestras mentes
La corriente psicológica del ‘reduccionismo biológico’ -tan de moda últimamente- sostiene que “la vida cultural, política, moral, etc., de las personas es algo que no puede ser explicado desde sí mismo (desde la cultura, desde la moral, desde la política…), sino solo desde argumentos de carácter biológico” (definición de Grupo Pandora). Siguiendo esta visión, en muchos discursos emergentes se manifiesta que la responsabilidad de nuestro bienestar recae únicamente en cada persona, sus hábitos y hormonas, e ignora el contexto en que vive y -por ejemplo- las presiones que las mujeres reciben desde los medios, las RRSS y su entorno más cercano. En nuestra sociedad, las mujeres experimentan (de forma creciente y desde una edad cada vez más temprana) un alto nivel de exigencia hacia sus cuerpos, sus carreras, sus decisiones vitales etc. que tiene enormes consecuencias en cómo se perciben y el valor que se atribuyen a ellas mismas, entre otros aspectos.
Isabel López – Directora General
La desigualdad de género no es un problema reciente; es el legado de siglos de discriminación que aún persisten en nuestra sociedad. Hoy, a pesar de los avances logrados, seguimos enfrentando situaciones que demuestran que la lucha por la igualdad está lejos de haberse concluido. En un contexto en el que el debate sobre la igualdad se ha vuelto cada vez más polarizado, es urgente recuperar el diálogo constructivo y centrado en soluciones efectivas, sin caer en extremismos. Para reducir estas desigualdades, es crucial que las empresas tomen un rol activo en la promoción de la igualdad. Según un informe del Foro Económico Mundial, la brecha de género en la participación laboral global sigue siendo de un 16%, lo que refleja que las mujeres tienen menos acceso a puestos de liderazgo y oportunidades profesionales. Las empresas debemos implementar políticas que no solo promuevan la igualdad de género, sino que también fomenten un entorno inclusivo, donde la redistribución de tareas, incluyendo los cuidados, juegue un papel clave en la vida laboral. En CANVAS como empresa fundada por mujeres, forma parte de nuestro propósito fomentar un liderazgo transformador que sea sensible a las necesidades de las personas, en toda su diversidad.
Claudina Caramuti – Directora de Desarrollo
“Yo soy yo y mis circunstancias” decía el gran filósofo Ortega y Gasset. Y con ello se entiende muy bien que no somos “solo” biología. Nuestro entorno, las posibilidades dadas, nuestra historia, las creencias incorporadas, y tantas variables más influyen en nuestra percepción de la realidad y en nuestra salud física, mental y espiritual. Si reflexionamos a través de este prisma sobre el 8M como Día de la Mujer, más que nunca necesitamos poner sobre la mesa el debate sobre la presión reduccionista que se ejerce sobre las mujeres, las jóvenes y las niñas, cada vez más asociada a una imagen normativa y estereotipada. En CANVAS este tema nos interpela mucho, porque tenemos esencia fundacional femenina y porque trabajamos con empresas para impulsar modelos sostenibles. ¿Cómo generar entornos positivos para nutrir el respeto a la diversidad y la autenticidad? Muchas respuestas emergen en el terreno fértil de nuestras relaciones y vínculos, en nuestros hábitos cotidianos, las actitudes y el trato hacia nosotras mismas y hacia los demás.
Costanza Nieto – Directora de Proyectos
Como mujer nacida en los 90, la imagen estereotípica de “la mujer” con la que hemos crecido es la de esa persona empoderada que puede con todo: una carrera de éxito, un matrimonio perfecto, varios hijos talentosos y una casa ideal. Y todo antes de los 30. Para las mujeres de la generación millennial, el ejemplo de “girl boss” nos ha mantenido desde adolescentes sometidas a una presión tanto desde lo profesional como desde lo personal para encajar en un molde reduccionista y alejado de la realidad. ¿Por qué queremos ganar una carrera en la que el único premio suele ser la pérdida de nuestra identidad o la sensación de que nunca corremos igual de rápido que los demás? En este 8M (y en todos los días desde hoy) pensemos en cómo redefinir el éxito desde el feminismo, poniendo el desarrollo personal, la salud y la felicidad cotidiana en el centro de la vida.
Carlos Santana – Consultor en Sostenibilidad&ESG
La mujer no ocupa la posición que le corresponde en nuestra sociedad. Es algo tan obvio que recordarlo, repetirlo y combatirlo sigue siendo necesario. Negarlo es comer del barro de la ignorancia, que muchos hoy siguen prefiriendo aunque tenga un sabor amargo a ideología y derrota moral.
Todavía necesitamos cerrar las brechas, romper los techos, destruir los estereotipos y reducir las desigualdades para garantizar una verdadera igualdad en todos los ámbitos de nuestra sociedad. No se trata de una moda sino de justicia, dignidad y pura necesidad. Nuestro mundo necesita el coraje, el valor, la fortaleza, el cuidado, la empatía y el cariño de la mujer para mirar hacia delante y avanzar.
Después del 8 de marzo hay un 9 de marzo, un 10 de marzo, y un 13 de agosto, un 22 de noviembre… Hay 365 días para seguir reivindicando que todavía queda mucho por hacer. El camino es largo, pero merece la pena. Solo la mujer es capaz de transformar el mundo.
Amparo López – Consultora en Sostenibilidad&ESG
Ante una fecha como el 8M, quisiera destacar que el 8 de marzo no es un día de celebración, sino una conmemoración de las luchas feministas, de los derechos conquistados, de los derechos que hay que mantener y de los que todavía quedan por conquistar. También creo que es importante traer al debate la interseccionalidad de las luchas feministas, que proponen integrar los distintos tipos de opresión que se ejercen sobre mujeres y disidencias en la defensa y conquista de derechos: no es solamente el género, también hay que contemplar origen racial, la clase social, situación migratoria e identidad sexual.
Por eso, si pensamos en el ámbito corporativo-empresarial, es importante repensar cómo se ejercen los liderazgos dentro de las organizaciones. No se trata solo de que las mujeres lleguen a ocupar puestos de responsabilidad, sino de transformar la manera en que se gestionan dichos espacios. De revisar los modelos tradicionales, que a menudo responden a una visión vertical, y dar lugar a estilos de liderazgo más diversos, con un enfoque más colaborativo, basado en el diálogo y la confianza. Pasamos una gran parte de nuestras vidas en el trabajo. Es un espacio clave de socialización, e incluso formativo; las organizaciones pueden promover valores sólidos que favorezcan el bienestar de las personas y contribuyan a generar dinámicas saludables para una sociedad más equitativa y responsable.
Considero que el 8M no debe ser un día para difundir acciones aisladas o iniciativas superficiales que no generen un impacto real. Sino para recordar u poner manos a la obra para construir estrategias que formen parte integral de la cultura organizacional. Y entender muy bien para qué lo hacemos, el impacto que tenemos y cómo podemos capilarizar cambios sociales relevantes. Una transformación estructural no se logra en un solo día, sino a través de las decisiones diarias y el compromiso constante de las organizaciones para generar un cambio duradero.
Maite Rebollo – Consultora en Sostenibilidad&ESG
Ser mujer en el mundo corporativo es un reto tanto a nivel profesional como personal. Si bien es cierto que cada vez hay más facilidades para la conciliación en las organizaciones, que es una de las principales barreras para las mujeres profesionales, existen desafíos inherentes y claros que nos sitúan en constantes disyuntivas. Elegir entre una carrera profesional de éxito y una vida personal estable no debería ser una preocupación para las mujeres, pero lo es. Por eso, este 8M me gustaría reivindicar el avance hacia modelos corporativos más igualitarios, respetuosos y justos.
Natalia Flórez – Consultora en Sostenibilidad&ESG
A lo largo de la historia, los roles de género han sido justificados con base en supuestas diferencias inherentes entre hombres y mujeres, sirviendo como argumento para legitimar desigualdades estructurales. En la psicología, el reduccionismo biológico ha reforzado estos sesgos de manera aún más insidiosa, atribuyendo el malestar de las mujeres a causas fisiológicas y desestimando el impacto del contexto social en el que vivimos. Como bien señala Gina Rippon, «Un mundo de género produce un cerebro de género» y no es que seamos excesivamente emocionales, solo estamos saturadas.
Ser mujer ha significado, hoy y siempre, lidiar con la tensión entre nuestras ambiciones y las expectativas impuestas, una dicotomía que, en muchas ocasiones, resulta asfixiante. Se nos insta a gestionar nuestras emociones en soledad, trasladando la responsabilidad al plano individual y desalentando nuestra participación en la militancia. Es urgente cambiar esta narrativa y organizarnos para construir un sistema más justo para todas, que no dependa únicamente de nuestra voluntad individual, sino que se refleje en las empresas en las que trabajamos y en las instituciones públicas responsables de garantizar nuestro bienestar y nuestra equidad. La salud física y mental de las mujeres no se desarrolla en aislamiento; depende de una red de apoyo sólida y de una comunidad comprometida con el cambio.
Gabriella Pisanu – Responsable de Comunicación
Creo que mi experiencia en España como mujer extranjera, siendo europea y con estudios superiores, ha sido y es privilegiada. Además, vine a este país por deseo y curiosidad, no por necesidad o empujada por las circunstancias.
En esta reflexión por el Día de la Mujer Trabajadora, quisiera mencionar a todas las mujeres que no han tenido mi suerte: que llegan sin recursos a un nuevo lugar y tienen que “buscarse la vida” para que ellas (y, en muchos casos, sus familias) salgan adelante. A menudo, sólo encuentran empleo en servicios de limpieza, cuidando del hogar ajeno o de personas enfermas. Con demasiada frecuencia, sus derechos laborales no son reconocidos ni respetados. No tengo la respuesta o la varita mágica para solucionar su situación, pero me parece fundamental que las instituciones gubernamentales garanticen el respeto de los derechos en el trabajo para todas las categorías de trabajadores y trabajadoras. Quiero confiar en que, partiendo de normativas y regulaciones, las empresas y organizaciones adapten sus normas y las pongan en práctica para tutelar a las personas que trabajan en su entidad. Y, si no lo hacen, las instituciones tendrán la responsabilidad (frente a la ciudadanía) de hacerlas respetar.
“No se nace mujer, sino que se llega a serlo”, decía Simone de Beauvoir hace más de 60 años. La filósofa y escritora feminista afirmaba que la identidad femenina no está definida por la biología, sino por una construcción de roles y estereotipos que varían según las culturas, los pueblos o las clases sociales. En ese sentido, coincidir en una única representación de lo femenino se vuelve una tarea inabarcable, innecesaria y hasta contradictoria con lecturas más actualizadas de aquella icónica frase, como la de Judith Butler. Sin embargo, en el mundo que habitamos hoy, que presume de máxima libertad, persiste la ficción de que podemos elegir libremente qué tipo de mujer ser, siempre y cuando encajemos en los estándares de éxito, independencia, productividad y feminidad. Este 8M me lleva a reflexionar que quizás no tengamos que ponernos de acuerdo en qué mujer queremos llegar a ser, si es que existe una única forma de serlo, sino en promover la autenticidad y el liderazgo para crear nuevas formas de contrarrestar los discursos de odio, establecer consensos y, fundamentalmente, ocupar espacios que, en el futuro, amplíen el abanico de representación para generaciones venideras.
¿Quieres saber más? ¿Crees que podemos ayudarte a impulsar la sostenibilidad en tu organización? Te escuchamos.
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