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24 enero 2017
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Del 17 al 20 de enero se dieron cita alrededor de 3.000 líderes mundiales (políticos, sociales y empresariales) de cientos de países en la reunión anual del Foro Económico Mundial, popularmente conocido como el Foro de Davos, por la localidad suiza donde se celebra.
Aunque en el evento se discutieron decenas de cuestiones, el tema central y lema de la edición de 2017 fue el “liderazgo responsable y receptivo”. En palabras de Klaus Schwab, fundador y presidente del Foro Económico Mundial, en un mundo en el que gobiernan la incertidumbre y los cambios, los líderes deben hacer gala de un “liderazgo sensible y responsable”.
Schwab afirma que ser líder significa asumir responsabilidades, y ello requiere de dos virtudes: sensibilidad y empatía. Ambas están representadas, para el presidente del Foro, por dos objetos como son la brújula y el radar. Sin un radar, los líderes no pueden responder, y a falta de una brújula, no pueden ejercer el liderazgo de manera responsable.
Pero las más de 400 sesiones celebradas en esta edición del Foro de Davos dieron para debatir sobre otros muchos temas que preocupan por igual a líderes y a sociedad en general, como el auge del populismo y del proteccionismo, el cambio climático o las desigualdades.
La llegada al poder de Donald Trump, que cristalizó el pasado sábado en la ceremonia de investidura presidencial celebrada en Washington, fue ampliamente comentada en el Foro. La incertidumbre que genera el magnate se pudo apreciar en la disparidad de opiniones escuchadas en el evento.
Algunos, como Jack Ma, fundador de Alibaba, abogan por dar una oportunidad al nuevo presidente de Estados Unidos. De forma similar, Meg Whitman, CEO de Hewlett Packard Enterprise, aseguró que, si bien el resultado de las elecciones no era el que deseaba, hay que dar a Trump “el beneficio de la duda”.
Otros asistentes a Davos fueron algo más críticos, como la directora de cine, ganadora de un Óscar y activista Sharmeen Obaid-Chinoy, quien llamó a “manifestarse cuando vemos algo con lo que no estamos de acuerdo, o que no es fiel a nuestros valores fundamentales”, en una clara referencia al lenguaje agresivo y de enfrentamiento de Trump. De forma ligeramente cómica, el chef Jamie Oliver afirmó: “quiero ver a Donald Trump cultivando o cocinando algo, porque de lo contrario, me construiré mi propio búnker”.
Otro tema de interés general que tuvo cabida en el foro fue el Brexit. Theresa May, la primera ministra británica, acudió a Davos a tranquilizar a los inversores y negar una vuelta al proteccionismo. Así, aseguró que el proceso convertirá a Reino Unido “en un actor global e internacional” porque la pretensión del país ha sido siempre “salir al mundo”.
De defensa fue también el discurso de Frans Timmermans, vicepresidente de la Comisión Europea, quien animó a los gobiernos nacionales a unirse para salvar la Unión Europea. Timmermans ironizaba con que a Bruselas se le eche la culpa de todos los problemas: “cuando se le pincha una rueda a una bici, o cuando empieza a llover mientras paseamos al perro, alguien dice ‘ahí tienes a Bruselas otra vez, seguro que está detrás de esto’”.
El presidente chino Xi Jinping inauguró Davos, siendo la primera vez que un presidente de este país acude al Foro. Su discurso, en defensa de la globalización y del libre comercio, sorprendió a muchos. “China mantendrá las puertas abiertas a la inversión, no las cerraremos. Esperemos que también lo hagan los demás”, afirmó. ¿Se han cambiado los papeles China y Estados Unidos? Al mismo tiempo que el líder del Partido Comunista chino se erige como líder de las maravillas de la globalización y el libre comercio, en Estados Unidos, cuna del capitalismo, el nuevo presidente dice que las actuales reglas del libre comercio deben ser desechadas, como reflexionaba Kamal Ahmed, editor de economía de BBC News.
La preocupación por los problemas medioambientales ya se vislumbró en la edición de 2017 del Informe de Riesgos Globales que publica el propio World Economic Forum días antes del foro. Según este documento, tres de los cinco riesgos percibidos como de mayor impacto para los próximos años son cuestiones relacionadas con el medio ambiente: fenómenos meteorológicos extremos, desastres naturales y falta de mitigación y adaptación al cambio climático. Un riesgo más de este top 5, la crisis del agua, también puede ser observado desde un enfoque medioambiental, aunque el WEF lo cataloga principalmente como social.
Muchas organizaciones aprovechan la celebración de Davos para publicar diferentes informes. Es el caso del Trust Barometer, elaborado por Edelman cada año. En su edición de 2017, el barómetro avisa de una crisis de confianza nunca antes vista, pues cae en los cuatro tipos de organizaciones que analiza el informe (empresas, gobiernos, ONGs y medios de comunicación) de forma amplia y sin precedentes desde que se realiza este estudio, hace más de 17 años.
Así, el barómetro revela que dos de cada tres países están en territorio “desconfiado” (confianza de menos del 50% en las instituciones), un efecto que para Richard Edelman, presidente y CEO de la consultora, tiene su origen en la crisis económica de 2008, cuyos efectos se sienten todavía hoy y en cuestiones que han generado grandes convulsiones en 2016 (el éxito de Trump, el Brexit, los escándalos de los Panama Papers, Volkswagen o Wells Fargo, los ataques terroristas…).
Como consecuencia, un 53% de la población cree que el sistema “le está fallando”, pues siente las injusticias, ha perdido la esperanza y desea que se produzcan cambios. De este modo, tan solo el 15% cree que el sistema funciona.
De injusticia y desigualdad habla una vez más el Informe de Oxfam, titulado este año “Una economía para el 99%” y que se publica tradicionalmente en vísperas de Davos, con el objetivo de sacudir la conciencia colectiva y alcanzar mayor repercusión. Sus cifras son tan demoledoras como en años anteriores: tan solo ocho personas acumulan tanta riqueza como otros 3.600 millones de personas, es decir, la mitad más pobre de la humanidad. En el caso concreto de España, el 10% de la población acumula alrededor de un 60% de la riqueza nacional, brecha que se ha ido acrecentando desde 2008.
Desde la organización remarcan la necesidad de construir juntos un nuevo consenso y dar la vuelta a esta situación. Tal y como manifestó Barack Obama en septiembre del pasado año, durante su discurso final ante la Asamblea de la ONU, “un mundo en el que el 1% de la humanidad controla tanta riqueza como el 99% restante nunca será estable”.
Para luchar contra las desigualdades, tanto económicas como salariales, de género o de otros tipos, el Foro Económico Mundial aboga por el crecimiento inclusivo. En el informe Inclusive Growth and Development Report 2017, también publicado días antes de la celebración de Davos, la organización subraya la necesidad de cambiar las prioridades en materia de política económica con el objetivo de “responder de forma más eficaz a la inseguridad y desigualdad que acompañan al cambio tecnológico y la globalización”.
En este sentido, el modelo de crecimiento económico de los países y las herramientas para medirlo que han utilizado hasta ahora los gobiernos “necesitan un importante reajuste”, para que crecimiento económico y reducción de desigualdades vayan de la mano. Este es el reto global, en cuyo núcleo está el origen de muchos de los problemas mundiales, y que tanto empresas, como gobiernos y sociedad civil, deben tratar de alcanzar, para atender a la sostenibilidad del mundo en el que vivimos.
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